Se ve tan bien como se arrincona; lo cual tiene una gran parte de piropo. Un completo desconocido es un biopic musical que viene a sumarse a uno de los géneros más molidos en los últimos años. Un no parar al que, en los próximos meses, se le unirá una película sobre Michael Jackson, otra sobre Springsteen, otra sobre Billy Joel y una más sobre cada miembro de los Beatles. En serio. Seguro que los actores se habrán metido en la piel de sus personajes durante años, habrán oído sus discos más veces que Mazón sus propias mentiras y habrán comido y se habrán drogado como ellos lo hacían. Aun así, algo me dice que se notará la intención de aprovechar la nueva ola fílmico-musical que busca taquilla, estimular nostalgias, vender discos y nominar actores. Espero equivocarme. Quizá sería mejor crear leyenda falsa sobre músicos reales, al estilo Lacuesta, que presentar la impostada realidad amalgamada de artistas anglocantantes.
Dicho esto, Un completo desconocido es un producto, manufacturado con muy buenas hechuras y estupendas interpretaciones, que traslada a la pantalla el nacimiento musical de Bon Dylan, desde que empezó con el folk hasta que, pocos años más tarde y siendo ya una grandísima estrella, se mudó a los guitarrazos. Esa lógica evolución, que encumbró todavía más al cantante, no fue entendida por los seguidores más reaccionarios; una dicotomía que supone la parte más interesante de la película, pero que Todd Haynes metaforeó en I’m not there de manera más contundente y, como se reclama en el primer párrafo de este laxo análisis, con unas reglas mucho más disyuntivas y complejas.
Un ejercicio que copia patrones y que, sin embargo, se desmarca por las enormes canciones del compositor, músico, cantante, poeta y actor estadounidense que, en un alarde lógico, son interpretadas enteras y en directo. Chalamet lo hace (casi) todo bien.
El gran temor de Dylan, según sus palabras, es que su guitarra desafine. Y Un completo desconocido no desafina. Eso sí, tampoco arriesga ni será perdurable. Bob sí. Ahora voy a ponerme el Blood on the Tracks.
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