(LIBRO DE KEVIN SMITH 2:10-11) “Y se indignarán tus fieles porque no les ofrecerás las pláticas que te afamaron. Y te venderás a la industria. Y la crítica, esa bestia de siete cabezas y diez cuernos, arrasará todo aquello que gobiernes. Y el Apocalipsis caerá sobre ti porque la paciencia y la fe de los santos espectadores fenecerán. Pero resurgirás de tus cenizas, sin cómics ni hockey ni guerras de las galaxias. Y explorarás nuevos territorios. Y las concesiones desaparecerán. Y no dejarás títere con cabeza.”
Red State, la última película de Kevin Smith, es un entretenimiento rociado de una interesante crítica socio-político-religiosa. Un cambio de rumbo que ha sentado muy bien al director de Clerks y Persiguiendo a Amy, y ha demostrado que, aparte de intentar levantar cigarrillos con el poder de la mente, puede dialogar de forma diferente y tiene mano para el thriller violento. Cierto es que tiene algún altibajo, sin embargo Red State se ve perfectamente gracias a sus escasos 80 minutitos de duración.
Sinopsis: Tres chavales con los huevos repletos de amor deciden acudir a una profesional que satisfaga sus ansias sexuales. El resultado de la cita orgiástica resulta ser una trampa de una secta de fanáticos religiosos que tiene como eucaristía erradicar de forma contundente la ansiedad de la juventud americana, con una especial predilección por los homosexuales. Todo indica que Kevin Smith se ha basado para escribir el guión en la Iglesia Bautista de Westboro y en su líder Fred Phelps.
Los primeros minutos del film parece que nos llevan hacia una película teenager, rollito Porky’s y American Pie; después del secuestro de los jóvenes, durante un breve instante, se manifiesta algo más slasher. Pero es a partir de la espectacular homilía del fascista pastor, cuando la película empieza a dispararse —nunca mejor dicho— y sus diálogos y acciones empiezan a llenarse de contenido. Es interesante la forma de presentar personajes de Kevin Smith, pues nunca sabes de quién es el papel principal y la trama va saltando de protagonista en protagonista: de uno de los jóvenes al jefe de policía, pasando por el líder de la iglesia. Estos dos últimos, interpretados por John Goodman y Michael Parks, son de lo mejorcito de Red State. Asimismo, el director trata a todos los personajes con muy poco respeto y no nos deja mucho tiempo para encariñarnos de ninguno; y eso que estamos hablando de un producto bastante coral. De ahí que el mismísimo Quentin Tarantino haya dicho que la película le “vuelve loco”.
Pero vayamos al meollo. La película no contiene solamente unos jóvenes que tienen que salir de un complicado entuerto, una comunidad de fanáticos religiosos gritando “¡aleluya!” y uno de los tiroteos más extensos del cine reciente. La película es también una crítica a la ley divina y a la humana. Kevin Smith divide la trama y organiza los créditos finales en torno al sexo, la religión y la política para enseñarnos una sociedad colapsada e hipócrita. La forma de intentar asaltar el Waco de turno y poner nombre a los “terroristas”, los debates entre las distintas fuerzas del orden y la ambigüedad moral de Red State hacen que no sepas claramente quiénes son los buenos y quiénes son los malos; pues ambos bandos desprenden un tufo bastante fundamentalista y tienen una pasión común: las armas.
Compendiando hermanos: Red State es una parábola lacónica, con mensaje y crítica, con millones de detonaciones y con algo que positivar: el sermón del tajante reverendo; una prédica que es el verdadero umbral de la película. Podéis ir en paz.
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Gracias por recordarme esta fenomenal película. La vi hace más de un año una noche en casa, solo, sin expectativas o preconcepciones. Recuerdo incluso tener un poco de sueño cuando comencé a verla, y suponer que me quedaría dormido durante la primera mitad. Entonces comenzaron a llegar las sorpresas: los fuertes giros en la historia (y género), las tremendas actuaciones, los enfrentamientos de ideas… Al final no podía creer mi asombro y lamentaba que la película no haya sido distribuída propiamente. Me quito el sombrero ante Kevin Smith y deseo, egoístamente, que nunca tenga que trabajar dentro de los confines de una productora o distribuidora de nuevo.